10/22/2015

Historia de un empresario joven

Es 1989. Sábado 15 de abril, para ser exactos. Hay una mesa y frente a frente, dos personas conversan. Para ser honestos, negocian. El mayor de ellos es un conocido empresario que ya bordea las siete décadas. El otro, un desconocido muchacho que apenas acaba de cumplir los 19 años.
Le agradezco me atienda unos minutos. Estoy muy contento…
Al grano muchacho.- interrumpió el señor. ¿Qué te trae por aquí? ¿Para que soy bueno?
El joven, que se nota de carácter, sabe que al frente suyo hay un tiburón y que debe darle por su lado. La máxima dice que cuando de negocios se trata, a los tiburones no hay que hablarles como pajaritos: son ambiciosos por naturaleza. Rápidos, agresivos. Te encuentran mal parado y te atarantan.
Pero ahí estaba el muchacho, sereno y firme. Se llama Leonel Zacarías y apenas tiene la media completa. No coge libros y no asiste a conferencias de ningún tipo. Su idioma es el trabajo. Su apellido materno bien podría ser “resultados” y así haríamos un poco de justicia: sería identificado como Leonel Zacarías Resultados.
Le había tomado unos dos meses conseguir la cita y no estaba para desaprovecharla. Casi sabiendo lo que saben los grandes, bien advirtió que pese a la diferencia de edades, sobre la mesa todos son iguales. Nadie le dijo como negociar, pero eso está en su ADN. Es algo de instinto, de olfato. No lo leyó en ningún lado, pero sabe que en temas de dinero los primeros en perder son los que agachan la cabeza. Incluso, a su modo, los chinos lo han dicho desde hace años: “En los negocios gana el que primero fija la mirada.”
Entonces retomó sus palabras.
“Le estoy muy agradecido. Me gustaría hacer negocios con usted. Tengo experiencia en mecánica y creo que…”.-
Nuevamente se oye otra interrupción. El anciano sonríe y lanza su ofensiva:
¿Te gustaría hacer negocios conmigo? ¿Tú crees que podemos trabajar juntos? ¿Tú crees que tienes experiencia? ¡Qué cosa para más interesante! ¿Qué edad tienes, muchacho? ¿Tú eres hijo de Pedro, verdad?
Sí, es mi papá y bueno tengo diecinueve cumplidos, señor.- Así respondía el siempre ecuánime Leonel.
“Hace meses puse mi taller. Me han hablado muy bien de usted y me gusta su ejemplo. Quiero que conozca mi trabajo, por eso vengo.”
Era un gigante en formación. Tenía postura. Jamás debilitaba el tono de su voz y no se tiraba al piso. Leonel Zacarías estaba desafiando el éxito. Él no decía “quiero que me ayude”, “por favor, quiero una oportunidad.” Él no pedía, él ofrecía.
Al frente, el veterano que parece duro muy en el fondo se ve reflejado. El muchacho le recuerda su origen humilde y conforme lo escucha se enamora cada vez más de esa convicción que solo poseen los que han nacido para emprender.
En una negociación de éxito es importante que las partes se sientan iguales o superiores, nunca inferiores. Si usted va a negociar con la cabeza baja, se la pueden patear.
Obviamente, el joven sabía de las necesidades de don Julián Reyes. Para que usted lo conozca, el tipo fue un próspero empresario ecuatoriano dedicado al banano. Tenía una flota de camiones 350 y su problema era el mismo de siempre: los mecánicos nunca le cumplían. La mayoría de ellos era gente que tomaba y se retrasaba con sus trabajos. Para él, empresario serio, ese era un problema que no podía seguir repitiéndose.
Sin embargo, el que está en la mesa es un muchacho distinto. Vive entre los fierros desde que tiene diez años, así que no estudió mecánica pero se siente capaz de solucionar esos problemas. Alternó con trabajos de chacra y también fue vendedor de frutas en el mercado.
La conversación con don Julián se extendió por más tiempo del previsto, pero Leonel Zacarías siempre fue directo. Como decimos algunos, siempre fue a la vena: “Yo quiero que usted compruebe que no estoy para trabajar con cualquiera. Ya lo hice y no me gusta. Yo me encargo de sus carros y usted se olvida de esos dolores de cabeza.” Ya lo había estudiado y no hizo más que ofrecerle beneficios. Y es que eso hacen los que negocian: Exhiben ganancias, no pérdidas.
El viejo, que empezó preguntando y terminó aconsejando, se encargó de poner punto final a lo que pareció ser una clase de negocios: “Me gusta tu mentalidad, muchacho. Ahora hay que ver que cumplas nomás, si lo haces vas a llegar lejos.”
Un apretón de manos fue la despedida. En aquel entonces ellos no usaban celulares, no había Facebook, ni nada parecido. Eran tiempos distintos. Hoy las formas de comunicación pueden cambiar un poco, pero la esencia sigue siendo la misma: para cualquier cosa grande que usted quiera hacer, necesita POSTURA y carácter. Si usted se sienta con un gigante, usted debe sentirse gigante. Los que somos verdaderamente grandes no nos movemos tanto por lo que tenemos, sino por la promesa de lo que vamos a lograr. La gente nos cree no tanto por lo que les llevamos, sino por lo que les hacemos ver. Si usted lee el libro La Magia de Pensar en Grande, ahí encontrará que a la letra dice: “hable de victorias y obtendrá victorias. Venda triunfo. Haga que otros vean lo que usted ya es”.
Leonel Zacarías ya no vive en Ecuador, aunque regresa con frecuencia. Me cuenta que don Julián falleció, pero que más que amigos su relación era discipular. Hoy, convertido en inversionista, tiene negocios en todo Ecuador, Panamá, Chile y Paraguay. El muchacho que empezó como mecánico, hoy vive en grande y es financieramente libre. Su familia lo acompaña y juntos siguen avanzando.
Observe usted que una de las claves es siempre empezar temprano. No escuche a los que no corren la carrera del éxito. No escuche a los que no hacen goles, no escuche a los que no se fajan. Lo decía muy bien Leonel: “Usted ya no está para trabajar con cualquiera.” Finalmente, observe usted que ahí donde alguien se duerme, alguien despierta. Oportunidad que usted no aprovecha, oportunidad que otro cosecha. Dinero que usted no gana, dinero que otro se lleva. Piense como gigante, y negocie con gigantes. No importa si ahora su negocio es pequeño, USTED tiene que ser grande. Recuerde: la gente le cree no por lo que usted les dice, sino por el brillo que ven en sus ojos. Usted no conquista con lo que tiene, sino con lo que ES.
‪#‎SiempreImparables‬
Mundo de Millonarios

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